domingo, 14 de noviembre de 2010

VOLANTES PARA TRABAJAR EN LA CONSTRUCCIÓN

En marzo de 1934, los triunviros de FE de la JONS ordenan a Sotomayor y a Camilo Olsina la creación de un sindicato propio, tarea a la que se une un anarquista, Moldes, un excomunista, Mateo, y un sinicalista católico, Medina.
La primera decisión que toman es la colocación de todos los obreros en paro forzoso que había en Madrid, y se calculaban que giraban en torno a los 100.000.

Para ello, el modo de trabajo consistió en hacer un llamamiento a los parados donde se les proporcionaba un volante para trabajar en la construcción. El éxito de la convocatoria de la Falange topó con la violencia de los sindicatos marxistas, causando incluso la muerte de un falangista en las obras del Nuevo Ministerio, y con la cobardía de muchos patronos que, ante la amenaza, optaron por no admitir a ningún obrero falangista.

Cuando los obreros de falange no podían trabajar más de un día sin ser despedidos, la Revolución de Octubre paraliza toda España a causa de las huelgas generales convocadas por las izquierdas. La patronal solicita trabajadores para atender, tanto al servicio privado como los servicios públicos.
Prensa, tranvías, correos, limpieza o funerarias, son los trabajos que, bajo amenaza marxista, desempeñan los trabajadores de falange. A causa de ello, varios son asesinados. 
Finalizada la huelga, los falangistas son de nuevo despedidos para pasar a ocupar de nuevo su papel de huelguistas.

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