martes, 2 de noviembre de 2010

MADRID EN GUERRA: ATUENDO Y LA MUJER

Los atuendos fueron lo que más rápidamente cambió en las dos Españas a partir de 1936. Los ciudadanos que se atrevían a salir a las calles procuraron vestir de forma que no ofendiesen a los nuevos dueños de la situación.

En la zona republicana, la primera víctima de la depuración en el vestir fue el sombrero. Hoy es difícil comprender cómo una prenda inofensiva tenía carácter subversivo, pero en esta época el sombrero era signo e clase burguesa y e que lo llevaba se distinguía rapidamente del obrero manual, que usaba gorra o boina. 
La segunda prenda que se llevó la ola revolucionaria fue la corbata, por las mismas razones que la anterior. Los obreros sólo la usaban en circunstancias tan extraordinarias como na boda o un bautizo, para acercarse, aunque sólo fuera en apariencia a las clases altas. 
Igualmente, desaparecieron las joyas que hombres y mueres llevaban normalmente. En época revolucionaria, cualquier signo de exhibición de alhajas significaba animar al obrero armado a requisarlas. La ocultación era mayor si esos adornos llevaban signos religiosos.

En cuanto a la ropa para cubrir el cuerpo, dado que el riunfo de las fuerzas de izquierdas representaban la victoria del proletariado, se puso de moda su atavío característico, es decir, el mono azul de su trabajo, que de ropa indicada para trabajar en talleres  fábricas, pasó en convertirse en algo apgto para pasear por la calle. Este conjunto se convirtió en signo de la república. Esto era demasiao para los burgueses, que no podrían imitarlos nunca, o sería muy difícil.

El traje revolucioario acababa con unas alpargatas, calzado que caracterizaba al obrero español antes de la guerra. Eso sólo fue al principio, pues se hubo de adaptar el calzado militar.

En cuanto a las mujeres, las que no vestían el mono azul, vestían seriamente para o despertas las iras. Pero ellas buscan su femeneidad que n era compatible con el ambiente de guerra. A lo largo de la guerra, el atuendo fue cambiando, y las mujeres fueron sacando sus mejores galas.

L aimagen de la mujer adquirió dimensiones nuevas como se ve en los carteles propagandísticos. Presentan la imagen innovadora de muchacha joven, miliciana guapa vestida con el mono azul, cargando un fusil y que marcha con paso decidido a los frentes e guerra. Con ello contrasta la tradicional representación de mujer madura, madre defensora del hogar y protectora de sus hijos, que reclama la solidaridad antifascista y que insta a participar en la lucha.

Es la mujer la que arriesga su vida al salir a la calle y esperar largas colas en busca de alimentos  mientras bombardean la ciudad. Desde primer momento, las mujers se movilizaron de forma masiva y rompieron con su tradicional aislamiento del mundo político. 
Las mujeres aparecieron en las calles solas, cxomprometidas con actividaes como edificaciones de barricadas en las calles, cuidados de heridos, organización de resistencia en la retaguardia, realización de servcios de auxilio social, formación cultural y profesional, desarrollo de taleres costuras y fábricas.

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