jueves, 4 de noviembre de 2010

El intelectual siempre había tenido la fama de vivir en un cstillo de marfil, y limitar sus acciones en los conflictos a sus escritos. La guerra hizo percibir que la tragedia que asolaba a España, sacudía las bases mismas de la sociedad española y tocaban lo fundamental para la convivencia humana, con lo que debían comprometerse.

Los intelectuales optaron por uno u otro bando. En cuangto a los indecisos, no pudieron quedar neutros. Ni los acontecimientos ni los hombres les dejaban escapar a la realidad que les rodeaba. 
La mayor parte de los intelectusles tomaron parte por la República. En Madrid tuvo lugar un congreso de escritores antifascistas, que fue muy importante por la asistencia de personajes internacionales. 


Las máximas firguras expresaron su honda preocupación por el conflicto; como Unamuno, del que se apoderó una gran inquietud en los primeros meses de guerra por no saber a la ideología a la que aliarse. Por otro lado, poetas como Antonio Machado, Rafael Alberti, Teresa de León ... desplegaban una enorme actividad en alocuciones, preparaban la evacuación de intelectuales y científicos, esforzándose por salvar el tesoro artístico nacional.


Tuvieron sus revistas para expresarse libremente. La más conocida, "Hora de España" publicada entre 1937 y 1938. Su contenido era de alto nivel literario con contenido político. También se publicó "El Mono Azul", editado por Rafael Alberti, con el fin de llegar al frente como lucha moral antifascista.


La vida cultural estuvo paralizada en los primeros meses de la guerra, pero continuó con sorprendentes actos.


Los monumentos que pudieran ser dañados por bombardeos o metralla, se recubieron de sacos de terrero. La Cibeles y Neptuno desaparecieron entre sus sacos, así como cristalerías y escalinatas de mármol.


En el Museo del Prado se embalaron a toda prisa todos los tesoros que colgaban en sus paredes. Todo bajo el control de la Dirección de Bellas Artes, más de 11.000 cuadros se enviaron el 11 de noviembre de 1936, al anochecer, a Valencia. Las enormes dimensiones del cuadro de Las Meninas de Velázquez, hicieron que  se inventase un ingenioso sistema de transporte, ya que el camión no podía pasar, por la altura del loenzo, por el Puente del Jarama. Y mediante un ingenoso sistema de rodillos se savó el puente.


Era muy común la propaganda mural, hecha a partir de carteles llamativos y enormes que llenaban paredes y muros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario