domingo, 14 de noviembre de 2010

VOLANTES PARA TRABAJAR EN LA CONSTRUCCIÓN

En marzo de 1934, los triunviros de FE de la JONS ordenan a Sotomayor y a Camilo Olsina la creación de un sindicato propio, tarea a la que se une un anarquista, Moldes, un excomunista, Mateo, y un sinicalista católico, Medina.
La primera decisión que toman es la colocación de todos los obreros en paro forzoso que había en Madrid, y se calculaban que giraban en torno a los 100.000.

Para ello, el modo de trabajo consistió en hacer un llamamiento a los parados donde se les proporcionaba un volante para trabajar en la construcción. El éxito de la convocatoria de la Falange topó con la violencia de los sindicatos marxistas, causando incluso la muerte de un falangista en las obras del Nuevo Ministerio, y con la cobardía de muchos patronos que, ante la amenaza, optaron por no admitir a ningún obrero falangista.

Cuando los obreros de falange no podían trabajar más de un día sin ser despedidos, la Revolución de Octubre paraliza toda España a causa de las huelgas generales convocadas por las izquierdas. La patronal solicita trabajadores para atender, tanto al servicio privado como los servicios públicos.
Prensa, tranvías, correos, limpieza o funerarias, son los trabajos que, bajo amenaza marxista, desempeñan los trabajadores de falange. A causa de ello, varios son asesinados. 
Finalizada la huelga, los falangistas son de nuevo despedidos para pasar a ocupar de nuevo su papel de huelguistas.

jueves, 11 de noviembre de 2010

ALICANTE

En los primeros días de marzo de 1939, perdida ya Cataluña y empujada una parte e las fuerzas relevantes militares republicanas más allá de los Pirineos, la guerra ya tenía un ganador claro. Mi opinión es que la guerra estaba ya perdida desde el año 1937; eran ya demasiadas las carambolas que tenían ue sucederse a la vez para que el signo cambiase. 

Frente a la coalición formada por los militares, iglesia católica, formaciones políticas de derecha social y religiosa, y el fascismo español se opusiceron casi todas las fuerzas que en febrero de 1936 habían formado el Frente Popular, más el añadido de la CNT y la FAI, que formalmente no estuvieron de parte del mismo. Es cierto qe esta adscripción tuvo distintos niveles de pasión, y que las derechas republicanas entraron en el juego más bien de mala gana, y la izquierdas burgueas se desencantaron pronto. Con todo, estos grupos no eran los más importantes del Frente Popular, el cual aún tenía apoyos masivos ente los que le garantizaban socialistas, comunistas, anarquistas y nacionalistas catalanes, aloque hayqueunir la alianza táctica de los nacionalistas vascos. 

De todos estos grupos tan solo uno se había cansado de luchar en marzo de 1939. Eran los comunistas y scialistas negrinistas, o bien dicho antiprietistas.

Con la pérdida de Cataluña, buena parte de la nomenclatura republicana había abandonado el país. Lo hizo Azaña, si presidente, aprovechando el gesto de Francia e Inglaterra de reconocer diplomáticamente a Franco para dimitir como presidente de la República. Lo había hecho Diego Martínez Barrios, presidente del Congreso y Segundo magistrado de la nación. Lo habían hecho diputados, políticos y hasta militares, como el General Rojo, el cual se negó a regresar a la zona en guerra cuando Negrín se lo ordenó, por considerar la lucha totalmente inútil.

a República quedó privada de sus figuras, con la única excepción del propio Negrín, quien volvió, se instaló cerca de Levante, muy cerca el aeródromo, y trató de aplicar su estrategia de aguantar en espera del estallido de la II GM. 

Durante aquellos días que se sucedieron tras la caída de Barcelona, los rumores fueron constantes en el sentido de que el genera Miaja, el rpincipal militar qu quedaba en activo en zona republicana, estaba a punto de tomar el poder para poder negociar con Franco el final de la guerra. Y probablemente es lo que pasó, sóloo que por esas cosas de quien da la cara, llamamos a estos hechos, no el golpe de Miaja, sino el golpe de Casado, de Segismundo Casado, el jefe del Ejército del Centro que aglutinó a una extraña coalición de militares no comunistas, anarquistas y socialistas moderados, los "besteiristas", los cuales, en la noche del 4 de marzo, crean un Consejo Nacional de Defensa, que acabará presidiendo Miaja, que toma el control del lado republicano  con la intención de ahorrarle a dicho bando de la guerrra el final numantino que los comunistas estaban dispuestos a realizar, y al que, no pocos anarquistas no les hacía ascos.

Es lógico que lo más revolucionario de la Republica quisiera morir luchando; pero para entonces, el grueso del ejército republicano estaba formado por personas reclutadas obligatoriamente, entre 15-45 años, ya que los de 50 eran guardas de fortaleza, y su situación era tan desesperante que durante la inexistente defensa de Barcelona había sido necesario dejar a la policía urbana sin pistolas, porquehasta estas armas fueron necesarias para el frente. 

Casado pensó que tanto él como quienes dieran el golpe tendrían la posibilidad de hacer borrón y cuenta nueva con el que hasta entonces era su enemigo. De hecho, cuando regresó a España 20 años después, trató de reingresar en el ejército.Chocó sin embargo con la rigidez de Franco, que no quería oir hablar nada de rendiciones honorosas ni nada que pareciera un pacto entre iguales. 
Franco quería vencer, sin condiciones, , y por eso las negociaciones llevadas a cabo en el mes de marzo, una vez que los miajistas y los casadistas , o mejor dicho, los republicanos no comunistas, consiguieron dominar la reacción del PC y le dijeron adiós a Negrín, lo abocaron al fracaso.

En realidad, si la guerra no había terminado antes, lo hizo el domingo, 26 de marzo de 1939. Este día, a últimas horas de la tarde, el Consejo de Defensa Nacional, embarcados en negociaciones con el bando nacional, en las que básicamente trataban de conseguir un plazo de tiempo para que todo aquel que pudiera temer represalias saliese a tiempo de España, dio la orden de responder a todos los del frente a un eventual ataque franquista izando la bandera blanca. Claramente, los representantes del bando republicano se resignaron a la idea de que lo mucho que iban a obtener de Fraco era la manera mejor de salir de España.

Cómo marcharse, sin embargo, era un grave problema. Había contado, hasta el 5 de marzo, con a flota republicana, surta en Cartagena. Sin embargo, la cración del Consejo de Defensa de la Nación, había provocado extraños movimientos en Cartagena. A veces se dice que hubo un sublevación profranquista. Creo que hubo dos rebeliones distintas con signos distintos: una, efectivamente franquista, y a otra repubicana, en el mismo sentido que el del golpe de Casado. 
En medio de esta situación tan confusa, unidades comunistas egaron a a ciudad para retomarla, aunque las órdenes reaes eran de actuar de forma conciliadora, porque o principal era conseguir lo que no se consiguió, es decir, conservar los barcos. Finalmente, el almirante Buiza, comandante de la flota, y el socialista Bruno Alonso, comisario político general de la misma, deciden hacerla a la mar y drigirse a Bizerta, en el norte de África, donde se entregaron.


La marcha de la flota republicana fue un golpe durísimo para aquellos que pensaban en la evacuación. Aunque había otros resortes. La República impulsó la creación de una compañía naviera en Francia, las Mid- Atlantic, más que nada para poder hacer relaciones comerciales. El diputado socialista besteiro Trifón Gómez fue encomendado en Marselllas a dirigirse a a las oficinas de dicha empresa para coordinar las acciones  de envíos de barcos a los puertos de Valencia y Alicante, para recoger allí a esos republicanos que querían huir de España.


La semana que comenzó el 27 de marzo de 1939, lo hizo con muchas prisas en Madrid. Todo aquel que en la ciudad se creía con significado como mmiembro del Frente Popular, o que simplemente temían la llegada de las tropas de Franco, se marchó de la ciudad en algún momento de la madrugada y las dos de la tarde del día 28. Sabemos que Eduardo Guzmán, periodista anarquista que dirigía el periódico "Castilla Libre", que los anarcosindicalistas fijaron las once de la mañana de dicho día como tope para estar en la sede sindical de la calle Luna, para irse. La única persona que se quedó fue Julián Besteiros, quien moriría  después en las cárceles franquistas. 
Antes, en la tarde noche del día 27 se produjo lo que puo ser el colapso de toda la ínea de defensa republicana. La reacción de los soldados ante el anuncio del domingo en el sentido de que de ser atacados, debían izar la bandera blanca y entregarse sin luchar, hizo que los soldados, abandonasen a su aire los frentes y se dirigiesen rumbo a los pueblos de Madrid. Esto, no era lo que quería el Consejo Nacional de Defensa, que los necesitaban en sus puestos para seguir teniendo algo con lo que negociar sus pretensiones, que al parecer, era una ocupación de la zona republicana por Franco que tomase unos 15 días para dejar hueco a la huida masiva del frent popular. Así, en las calles de Madrid, sobre todo las lindantes con la Casa del Campo,  se producen encuentros casuales entre dirigentes políticos y soldados, tratando de convencerles para que volvieran a las trincheras. Sólo con gran esfuerzo, lo consiguen.


En la noche del lunes 27, incluso miembros del Comité de Defensa creen que tienen 72 horas para dejar Madrid. Creen que los naconales han dado el visto bueno a su plan de evacuación y han prometido no entrar en Madrid hasta el día 30. Al final de la tare, ya son ciertas las noticias de que entrarán realmente la tarde del día 28. Se dice que en Valencia, Cartagena y Alicante hay barcos suficientes para este plan de evacuación.


Ese día 27, Madrid está dividida. Por un lado, las personas que se sabe o consideran significados frentepopulistas, que preparan frenéticamente su huida de la capital, y el resto de la ciudad, que hace su vida normal. Ese día 27 los comercios abren normalmente y los travías circulan como siempre.


Aquel día, nadie sabía a ciencia cierta por qué las tropas franquistas no acababan de aparecer. Los ejércitos republicanos habían recibido las órdenes de rendirse, y de hecho, la calles de Madrid seguían repletas de soldados, más o menos desharrapados, que emprendían los caminos de vuelta a us casas. Entre lasúltimas horas del 27 y toda la mañana del 28, las diferentes carreteras por las que se salía a Valencia se llenaron de coches y camiones cargados de personas. Los huidos no fueron especialmente hostigados por los franquistas. Sin embargo, no faltaron los enfrentamientos en aquellos lugares republicanos donde lso franquistas quintocolumnistas se mostraban ya implacables. 
El domingo 26 y el lunes 27 hubo oches por Madrid que se paseaban con las banderas bicolor, y en muchos pueblos de Guadalajara y Cuenca, al paso de los republicanos que huían, ponían en las casas nacionales colgadas de sus ventanas. En algún caso, estos profranquistas, escondidos hasta ahora, agredían a tiros a los camiones que pasaban, pero no hubo unidades militares oficiales que impidieran huir a los republicanos.


Valencia fue durante toda la guerra, un lugar un poco chirriante para uchos republicanos. No fueron muchos los reproches vertidos por los valencianos, ya que estos, durante toda la guerra, estuvieron a distancia de cualquier frente, por lo que parecía que en Valencia no hubiera guerra. 
En aquellas últimas semanas de marzo de 1939, la ciudad se convirtió en un hervidero de refugiados. 


Hay indicios de que en la ciudad no faltaba lo básico: había mucha comida, lo cual es ógico pues cada vez fue menos necesario sacarla de la ciudad para enviarla a frentes ya inexistentes. Pero por lo demás, la ciudad era ingobernable. En la noche del 28, el Consejo Nacional oculta a la población, que anda por las calles isn saber dónde ir, que el general Miaja ha tomado un avión huyendo de España.


En el puerto de Valencia hay un barco inglés. Pero las fuerzas militares, a las órdenes del Consejo Nacional de Defensa, no dejan subirse a la gente a él. De hecho, es posible que el propio capitán del barco se negase a ello. Los coches vuelven del puerto llenos de gente enfadadas que sospechan de ambos lados. En ese momento, comienzan los rumores de la llegada a Alicante de un barco, confirmado horas más tarde, el Marítima, en un peurto con apenas gente, que desea zarpar en horas, con lo que la gente es desplazada hacia allí ante las dificultades de atracar en Valencia.


A media tarde del 29 se ponen las cosas duras para los republicanos. Las unidades de Levante abandonan sus puestos. Esto convierte el éxodo levantino en angustioso, porque recortan los plazos. Los coordinadores de la evacuación, quienes primero creyeron que contarían con 10 días, y luego vieron que pasaban a 4, veían que Franco estaba allí en horas, o les olía ya la nuca.


Por todo, para la gente estaba claro que el puerto clave de la evacuación era Alicante; era llanamente, el que estaba más lejos de los frentes. Muchas personas hacen ese viaje cantando y de buen humor, convencidos de estar participando en una evacuación bien reglada y organizada. Pero al llegar, reciben el primer gole: el Marítima ha zarpado, casi vacío.


Tanto Casado,que no ha salido de Valencia, como la comisión de evacuación que coordina la misma, presidida por el francés Charles Trillon, aseveran que en la tarde del 30 habrá en Alicante barcos de sobra. Era lo que pensaban. Y allí en el puerto había miles de personas que esperaban esos barcos, que los veían llegar, pero que a 500m de llegar, se daban inexplicablemente media vuelta.

La Comisión de Evacuación y la formada por los partidos para coordinar la salida, se reunen en el consulado francés, en la calle de Castaños, y a las dos de la madrugada se tiene noticias optimistas: llegarán más barcos. Por esas fechas, las cifras de refugiados oscilaban entre 15.000 personas. En la mañana, otro buque se acerca al puerto. Esa mañana, un nuevo buue asoma por el horizonte, pero vuelv a darse la vuelta.

Este es el segundo mazazo para la población, que cae como una bomba atómica. Es ahora cuando se empieza a hablar de que la famosa Mid- Atlantic está dominada por los comunistas, que no querían salvar a los exiliaos, para poder incrementar las dimensiones del martirio español, a la conveniencia de su propaganda. Esta noticia es difundida, tanto por anarquistas como pro socialistas. Ese día 30, la Comisión de Evacuación ofrece una plaza en el avión francés quehace la ruta entre Casablanca y Marsella, con escala en Alicante para que comprueben lo que realmente sucede en el Mid-Atlantic. El motivo de esta medida es que la propia comisión es que creen que ha sido el armador el que ha dado las órdenes de no entrar a puerto.


A la una de la tarde, cae otra "bomba": la comisión de vigilancia informa que el general italiano Gambara y sus tropas, la división Littorio, están a la entrada de Alicante y quieren hablar. El acuerdo es: que se les dee entrar sin lucha en ALicante, a cambio de que los italianos dejen a la gente de los puertos permanecer allí hasta que se puedan marchar. Muchos son los que no creen en los italianos, recordando el asunto Santoña. Pero lo cierto es que los huidos tienen poco margen de decisión. Así se llega a un acuerdo, que provoca una escena surrealista: las tropas italianas entrando en Alicante y pasando junto al puerto en formación, mientras los que han sido sus enemigos, les miran desde el muelle con desconfianza; dos enemigos en la misma ciudad y ningún tiro.


En ael atardecer del día, 30, Radio Macuto asegura que el mismísimo estado francés está ispuesto a garantizar la evacuación y que un barco está a punto de llegar a puerto. De hecho, se realiza, sin dificultades, la selección de los 150 perosnas que embarcarán en un crucero francés que se supone presto a llegar, y que nunca embarcarán. A esas misma hora llega a Alicante la noticia de que en el  puerto de Gandia ha salido un barco-hospital inglés con 200 españoles a brdo, entre elos, los miembros del Consejo de Defensa. 


A la una y media de la tarde del día 31, el muelle alicantino hierve. Se dicen que llegan barcos. En efecto, se distinguen en la noche loq ue parecen 7 barcos. A las dos de la mañana, tres de esos barcoos parecen tomar rumbo a puerto. Pero una vez más, el barco que va delante a unos 300m de ellos, se vira y se va. Los dos mercantes que le acompañan le imitan. 


A las 6 de la madrugada, nueva conmoción: tres barcos más, que hacen el mismo movimiento que los anteriores. Es a partir de este momento cuando comienza el goteo de los suicidios. Personas que aún conservan sus armas se vuelan las cabezas, otros que no saben nadar se tiran al agua y se ahogan. Un alcalda frente populista se corta la yugular y se sienta para vivir los últimos segundos de su vida con un puro en la mano.


Trillon anuncia la llegada de un nuevo barco, pero ya nadie le cree. Según las explicaciones que les han dado, el crucero francés que tenía que recoger a los 150 elegidos dio la vuelta al saber que muchos de los que estaban en el muelle portaban armas. Temían un pandemium por el deseo de todos de subir al barco y escapar. Los tres buques que llegan paran sus máquinas a istancia considerabe de la costa. Es cuando los representantes el Comité vigilancia ocnvican una reunión con los representantes de todos los partidos, reunión que despierta la angustia de todos los que están en el puerto. Finalente, se hace público los resultados de la conferencia: se trataban de barcos franceses que podrían llevarse a refugiados. Pero no entrarán en el puerto hasta que todos los refugiados les entreguen sus armas. El general italiano está conforme, y el pueblo tiene que dejar las últimas armas que le quedan para que se las lleven en camiones.


Y sin embargo, a la una de la tarde, lso barcos viran y se marchan vacíos.


Media hora después, el  puerto bulle de nuevo. Los barcos regresan y se produce cierto júbilo. Pero cuando se acercan, ven que es un buque de Franco: el minador Vulcano. Este entra en el puerto y sus soldados desembarcan cantando el himno de la Legión. Muchos republicanos desde el muelle comienzan a cantar "A las barricadas", La Internacional.


Los soldados e Franco anuncian a los inquilinos del muelle que si a las 5 de la tarde no se han entregado, comenzarán a disparar. Es entonces cuando comienzan las discusones en el muelle. Finalmente, los legionarios disparan dos veces sus ametralladoras pr encima de las cabezas de los republicanos. Hartos y llenos de miedo, es el fin y comienzan a sacar sus pañuelos blancos. El puerto se rinde y las tropas nacionales alcanzan su objetivo.


La primera cuestión que cabe plantearse se refiere a la actitud de los miembros del Consejo Nacional de Defensa. Sus miembros se quedaron en Valencia, cuando todo el umndo se iba a Alicante, en un gesto que se valoró de heroísmo.Pero, por esas cosas de la vida fueron ellos los que salieron en un barco inglés de Gandía. ¿Qué sabía el Consejo Nacional de Defensa el día 29 cuando comenz´a dirigir a todo el mundo a Alicante? ¿Traicionaron a sus seguidores o de verad pensaban que en Alicante staba la solución final? ¿Fueron ayudados por Inglaterra, con o sin la permisividad de franco?



jueves, 4 de noviembre de 2010

El intelectual siempre había tenido la fama de vivir en un cstillo de marfil, y limitar sus acciones en los conflictos a sus escritos. La guerra hizo percibir que la tragedia que asolaba a España, sacudía las bases mismas de la sociedad española y tocaban lo fundamental para la convivencia humana, con lo que debían comprometerse.

Los intelectuales optaron por uno u otro bando. En cuangto a los indecisos, no pudieron quedar neutros. Ni los acontecimientos ni los hombres les dejaban escapar a la realidad que les rodeaba. 
La mayor parte de los intelectusles tomaron parte por la República. En Madrid tuvo lugar un congreso de escritores antifascistas, que fue muy importante por la asistencia de personajes internacionales. 


Las máximas firguras expresaron su honda preocupación por el conflicto; como Unamuno, del que se apoderó una gran inquietud en los primeros meses de guerra por no saber a la ideología a la que aliarse. Por otro lado, poetas como Antonio Machado, Rafael Alberti, Teresa de León ... desplegaban una enorme actividad en alocuciones, preparaban la evacuación de intelectuales y científicos, esforzándose por salvar el tesoro artístico nacional.


Tuvieron sus revistas para expresarse libremente. La más conocida, "Hora de España" publicada entre 1937 y 1938. Su contenido era de alto nivel literario con contenido político. También se publicó "El Mono Azul", editado por Rafael Alberti, con el fin de llegar al frente como lucha moral antifascista.


La vida cultural estuvo paralizada en los primeros meses de la guerra, pero continuó con sorprendentes actos.


Los monumentos que pudieran ser dañados por bombardeos o metralla, se recubieron de sacos de terrero. La Cibeles y Neptuno desaparecieron entre sus sacos, así como cristalerías y escalinatas de mármol.


En el Museo del Prado se embalaron a toda prisa todos los tesoros que colgaban en sus paredes. Todo bajo el control de la Dirección de Bellas Artes, más de 11.000 cuadros se enviaron el 11 de noviembre de 1936, al anochecer, a Valencia. Las enormes dimensiones del cuadro de Las Meninas de Velázquez, hicieron que  se inventase un ingenioso sistema de transporte, ya que el camión no podía pasar, por la altura del loenzo, por el Puente del Jarama. Y mediante un ingenoso sistema de rodillos se savó el puente.


Era muy común la propaganda mural, hecha a partir de carteles llamativos y enormes que llenaban paredes y muros.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

MADRID EN GUERRA: LA IGLESIA

Había dos iglesias durante la guerra civil: la triunfante, del lado nacional, y la iglesia perseguida que era la que estaba en territorio republicano. La primera no solo fue la triunfante por encontrarse dentro del territorio victorioso nacional, sino porque los franquistas tenían una idea clara y conjunta de religión y patria. El apoyo del clero, fue importante como toma de posición político-ideológica, pero lo que fue aún más por su significación, como fuerza espiritual que se asocia a un conflicto bélico y lo justifica. La Iglesia achacaba a la influencia judeo-masónica, el que la población civil descuidara la moral cristiana del decoro y la honestidad.


El gobierno dio la autorización para que se fundieran las campanas de las iglesias y conventos, a fin de emplear el metal en el blindaje de automóviles de turismo, camiones y autobuses para l frente de combate. 
En Madrid, la Iglesia fue perseguida duramente, asesinaron a obispos y quemaron templos. Esta racción fue característica en los primeros meses de la guerra: luego, los repubicanos quisieron disimularlo, al menos de cara al mundo exterior.


Como justificación a esas persecuciones, los republicanos argumentaban que los curas luchhaban contra el Gobierno, cosa que ni ellos se creían, aunque sí incitaban oapoyaban la rebelión.


Las iras de los republicanos se dirigiron primero a las Iglesias. Iglesias y conventos fueron saqueados e incendiados indiscriminadamente. La Iglesia no había participado en el alzaminto casi en ningún sitio. 
Casi todas las historias que se contaron de que rebeldes disparaban desde los campanarios eran falsas, aunque a veces, los curas permitieron a los falangistas almacenar armas en sus sacristías. 
La Iglesia fue atacada porque la religión fue una de las cuestiones más atacadas dea l política en cuanto a críticas desde 1931, por la general subordinación del clero hacia la aristocracia, por la provocativa riqueza de algunas iglesias  y las sospechas el carácter secreto de las órdenes religiosas y los conventos. 
Algunas iglesias y conventos del centro se libraron de la destrucción gracias a la intervención del gobierno. 


Las irrupciones en el convento solían ser algo terrorífico, con derrumbes de puertas en estruendos de tiros en el aire. Pero la destrucción de imágenes y objetos del convento, o las mascaradas delos mlilicianos revestidos de ropa clerical, a menudo era acogida con grandes carcajadas. En adelante, tanto las iglesias destrozables como las usadas para almacenar o como refugios, estuvieron cerradas, igual que lo estaban las oficinas de los partidos políticos de derechas. 


Estos ataques fueron acompañados por matanzas de miembros de la Igleia y la burguesía. Muchos de estos crímenes se vieron sacudidos por frivoliadad . Ejemplo, una señora en el convento de Nuestra Señora del Amparo, fue rechazada por rechazar la proposición matrimonial que le hizo uno de los milicianos. 
Hubo casos aisladdos de monjas que fueron violadas antes de ser ejecutadas.


Los sacerdotes que no huyeron ni se exiliaron fueron considerados como hombres que habían escogido ese oficio, y no se les trataba e modo diferente, excepto que no se les permitía ejercer ni llevar el uniforme de sotana.


El número de muertos de eglares fue muy superior al de los eclesiásticos. Morían personas ilustres y sobreivían indígenas.4


En Madrid, donde los enemigos eran más numerosos, los elementos usados eran más sotisficados: los partidos políticos de izquierdas crearon unos cuerpos de investigación que se llamaban, siguiendo el modelo ruso, "checas". En Madrid había varias docenas. 
La más temida, la conocida como "Patrulla del amanecer", por la hora en que llevaban a cabo sus actividades.



MADRID EN GUERRA: SANIDAD

Madrid al princnipio fue un caos, a lo que le siguió una solución: la improvisación. Los más afectados fueron los que decidieron ir a luchar al frente. Aquí, las bajas eran enormes. Com consecuencia, la organización sanitaria fue dada a profesionales de la materia especializados.

Una serie de innovaciones producidas en el ejército republicano en el invierno del 36-37 afectaron no sólo en la península, sino también en el exterior. Las innovacones consistieron en el tratamiento de heridas y fracturas por cirugía inmediata. Dar puntos en lso labgios de la herida, proteger la zona afectada y ar descanso al paciente, mediante el uso extendido del yeso. Ello indicaba que el ciruano acudía donde estaba el paciente.
Una medida fundamental fue el uso de bancos de sangre en reserva, permitiendo la operación sin retrasos. Otra de las innovaciones fue el cambio de vendajes y antisépticos, tan temidos por los heridos.

En Madrid, perdidos los hospitales de la periferia, se centraron en los del interior, como el Hospital Obrero de Maudes. Mantuvieron su actividad las instalaciones hospitalarias de Cruz Roja, los hospitales del Rey y la Princesa, el Provincial y l Clínico. La Cruz Roja organizó unidades móviles para atender a lso civiles de toda la ciudad.

Las deficiencias de la alimentación, como consecuencia del asediamiento, ocasionó un creciente deterioro en los abastecimiento que llegó a generar procesos clínicos de gravedad. Esto provocó el deterioro físico del pueblo, incapacitado para ekercer su profesión y mantener a sus familias.

Frente a riesgos epidémicos, se impusieron vacunas como el tifus, y contra los parásitos fueron muchos los varones que decidieron raparse el pelo contra los piojos. Le llamaron la moda de los "pelaos", y hasta se organizó un concurso para premiar al más agraciado.

Las condiciones familiares disminuían por el desmesurado coste del mercado negro. La necesidad de recurrir a él desmantelaba las economías familiares. 
El azúcar sólo pudo ser objeto de venta con receta y en determinados establecimientos. Los mismo pasó con el pescado, que se vendía con receta médica o con el volante que se expedía a los donantes de sangre en los hospitales.
Pero el principal producto para los enfermos, la leche, escaseó de tal manera que se quedaban sin ello por la picaresca de otros que se hacían enfermos para poder conseguirla.


MADRID EN GUERRA: LAS CALLES

En Madrid, pese a la guerra seguía siendo a mitad de 1937, un microcosmo.Paletos, señoritos del barrio de Salamanca, soldados, se confundían  y todos quedaban en el mism nivel social a la hora de correr y de refugiarse ante un bombardeo. Todos están acostumbrados al ruido de los cañones y las bombas. La vida tenía exigencias ineludibles, como salir a trabajar o hacer las inevitables colas para conseguir comida.
El zumbido de los proyectiles rompían las filas, suspendían el viandar de los paseantes, buscaban refugios en los quicios de las puertas tirándose a ellos, dando con el cuerpo en tierra. Luego, se reemprendía la marcha, aunque no todos. Algunos quedaban tendidos rotos, estampados en las paredes, y los niños, en los cuarteles o las Milicias. Otros bombardeos se anunciaban con sirenas, con lo que la gente se refugiaba en sus sótanos.

Con el tiempo, la gente fue perdiendo el miedo, y en contra de las repetidas instrucciones, muchas personas, cuando escuchaban las sirenas en la madrugada, se daban la vuelta en la cama y se disponían a seguir durmiendo, mientras la ciudad se caía a pedazos.

En la guerra, la vida cotidiana se transformaba en muerte cotidiana. A los mueros pot enfermedad o accidentes se sumaban las muertes propias de la violencia de la guerra, aparte de la del combate, la violencia de los llamados "paseos", que consistían en sacar del domicilio a alguien, para lo que conllevaba a un juicio previo generalmente parcial, precipitado o amañado, y todo por estar en la zona contraria a sus ideas.
La proliferación de los registros, en los que la declaración personal o la codicia de un enemigo personal era un motivo más corriente que la legítima sospecha sobre la ideología del inquilino, obligó al Ministerio e Gobernación a dictar medidas restrictivas de tal práctica.
Después de admitir la importancia de personas desafectas al régimen y elogiar  la eficacia de los grupos que a ello se dedica, añadía que "unas veces por exceso de celos y otros posibles errores han producido molestias innecesarias paralos fines que todos buscamos". El Estado formó las Milicias de Vigilancia de Retaguardia,s iendo los únicos autoriados a registrar la casa, de acuerdo con unas reglas estrictas: presenciado por el inquilino de la casa donde se realizase, y en ausencia del mismo, por el portero o un vecino.

La gerra no sólo influyó en la destrucción material de las calles sino que también la ideología de los dos bandos afectó al cambio de nombre de muchas calles y plazas. Así sucedió con la Cibeles,, a la que lllamaban, por los sacos de tierra que la protegían, "Plaza de la linda Tapada". Lo mismo ocurrió con Recoletos y el Prado, donde están ocultas las estatuas de los dioses con las pias e los mismos sacos, denominándolo "El Ocaso de los Dioses". La Plaza de Neptuno, donde por las proximidades del Hotel Palace, donde residían los mejores camuflados de Madrid, se conocía como Plaza de los Emboscados.
Se suprimieron las calles edicadas a los reyes godos, Austrias y Borbones, rebautizándolas con nuevos nombres: la Avenida de Alcalá Zamora se cambió por Avenida de la Reforma Agraria.

martes, 2 de noviembre de 2010

MADRID EN GUERRA: ATUENDO Y LA MUJER

Los atuendos fueron lo que más rápidamente cambió en las dos Españas a partir de 1936. Los ciudadanos que se atrevían a salir a las calles procuraron vestir de forma que no ofendiesen a los nuevos dueños de la situación.

En la zona republicana, la primera víctima de la depuración en el vestir fue el sombrero. Hoy es difícil comprender cómo una prenda inofensiva tenía carácter subversivo, pero en esta época el sombrero era signo e clase burguesa y e que lo llevaba se distinguía rapidamente del obrero manual, que usaba gorra o boina. 
La segunda prenda que se llevó la ola revolucionaria fue la corbata, por las mismas razones que la anterior. Los obreros sólo la usaban en circunstancias tan extraordinarias como na boda o un bautizo, para acercarse, aunque sólo fuera en apariencia a las clases altas. 
Igualmente, desaparecieron las joyas que hombres y mueres llevaban normalmente. En época revolucionaria, cualquier signo de exhibición de alhajas significaba animar al obrero armado a requisarlas. La ocultación era mayor si esos adornos llevaban signos religiosos.

En cuanto a la ropa para cubrir el cuerpo, dado que el riunfo de las fuerzas de izquierdas representaban la victoria del proletariado, se puso de moda su atavío característico, es decir, el mono azul de su trabajo, que de ropa indicada para trabajar en talleres  fábricas, pasó en convertirse en algo apgto para pasear por la calle. Este conjunto se convirtió en signo de la república. Esto era demasiao para los burgueses, que no podrían imitarlos nunca, o sería muy difícil.

El traje revolucioario acababa con unas alpargatas, calzado que caracterizaba al obrero español antes de la guerra. Eso sólo fue al principio, pues se hubo de adaptar el calzado militar.

En cuanto a las mujeres, las que no vestían el mono azul, vestían seriamente para o despertas las iras. Pero ellas buscan su femeneidad que n era compatible con el ambiente de guerra. A lo largo de la guerra, el atuendo fue cambiando, y las mujeres fueron sacando sus mejores galas.

L aimagen de la mujer adquirió dimensiones nuevas como se ve en los carteles propagandísticos. Presentan la imagen innovadora de muchacha joven, miliciana guapa vestida con el mono azul, cargando un fusil y que marcha con paso decidido a los frentes e guerra. Con ello contrasta la tradicional representación de mujer madura, madre defensora del hogar y protectora de sus hijos, que reclama la solidaridad antifascista y que insta a participar en la lucha.

Es la mujer la que arriesga su vida al salir a la calle y esperar largas colas en busca de alimentos  mientras bombardean la ciudad. Desde primer momento, las mujers se movilizaron de forma masiva y rompieron con su tradicional aislamiento del mundo político. 
Las mujeres aparecieron en las calles solas, cxomprometidas con actividaes como edificaciones de barricadas en las calles, cuidados de heridos, organización de resistencia en la retaguardia, realización de servcios de auxilio social, formación cultural y profesional, desarrollo de taleres costuras y fábricas.

MADRID: ABASTECIMIENTO DURANTE LA GUERRA CIVIL

El abastecimiento fue uno de los grandes problemas de Madrid durante la guerra civil. Madrid permaneció sitiada por más de dos años y en este transcurso de tiempo, la población comenzó a ver cómo escaseaban los productos de primera necesidad hasta llegar casi a desaparecer, o a conseguirlos mediante receta médica.

El racionamiento de alimentos se fue aciendo cotidiano paralos madrileños desde los primeros meses de la guerra, por lo que desde e principio se acostumbraron a las largas colas delante de los establecimientos para conseguir comida, al mercado negro que surgió por la escasez de alimentos y contra el que las autoridadesl ocales no podían luchar, a las subidas desorbitantes de los precios y a las cartillas de racionamiento ...

Antes estos problemas, las autoridades republicanas insistían en que la solución estaba en evacuar a la población de Madrid, que además, facilitaría su defensa. Pero contra todo pronóstico, la población se resistía a dejar su tierra.

Llegaron a ser tan acuciantes los problemas de abastecimiento que las masas de la izquierda se movilizaron a favor de los republicanos españoles. En Checoslovaquia se organizó una cotización de un franco por trabajador y un mes a favor de los combatientes del Frente Popular. En Holanda se enviaron alimentos, en Infglaterra se enviaron toneladas de leche en polvo y ropa, Nueva Zelanda envió 2000 libras esterlinas, los mineros ingleses compraron para sus compañeros republicanos 2000 toneladas de carbón, la asociacion de Amas de Casa de París enviaron 7 camiones de víveres, Copenhague mandó 126 cajas de leche en polvo, 48 cajas de carne en conserva y jabón

La escasez de productos de primera necesidad, desde el principio, además de otros productos como leña o tabaco, su precaria y enmarañada distribución por falta de transportes, y con ello el racionamiento, la desorbitada subida de precios, el acaparamiento de víveres, la especulación y el mercado negro, fueron las variables que acentuaron la tragedia. 

El sistema generalizado de suministro consistió en el reparto de unos vales, dados por partidos y sindicatos y canjeados en tiendas y comercios por artículos de primera necesidad.

En Madrid, el ayuntamiento emitió vales de 0.5 pesetas y lo distribuyó entre la población a través de partidos y sindicatos, Durante julio-agosto de 1936 las existencias fueron suficientes: los comerciantes, organizadores empresariales y poíticos fueron acopando alimentos; más tarde con el escaseamiento, la crítica centró en el miedo al despilfarro y al acaparamiento.


La falta de víveres en la retaguardia republicana fue un fenómeno generalizado. Los primeros síntomas de escasez se dieron en septiembre de 1936, y en octubre faltaban productos como el trigo, el carbón o la carne. Un alimento tan básico como el pan, comenzó a faltar de forma alarmante en los prmeros meses de 1937, y en marzo llegó su racionamiento a Madrid.


Para el abastecimiento de Marid se tomaron medidas como tomar el trigo de las onas limítrofes a la provincia y Ciudad Real. El racoinamiento de pan se fió en cantidades que oscilaban entre 50-150g. El resto de productos de primera necesidad comenzaron a escasear a finales de 1936, se agravó en 1937 y culminó en 1938. 
La base de la alimentación consistió en arroz, algunas legumbres como las lentejas, verduras aceite, hortalizas , y otros productos como la alfalfa , y a medida que fueron escaseando, la sociedad se las ingenió para sacar más partido a lo que había, como hacer caldos con los cardos borriqueros o tortillas sin huevo.


El racionamiento se puso en marcha en Madrid en noviembre de 1936. Las autoridades marcaban las cantidades por persona y día. Un ejemplo de este racionamiento lo tenemos en el documento de la Junta de Defensa, que establecía las cantidades correspondientes a cada persona:


Cada día:
-Leche: 1/4 l
-Pan: 500g
- Carne: 100g
-Tocino: 50g
- Fruta: 500g
-Sopa: 50g
-Patatas: 200g
-Legtumbres: 100g


En 3 veces a la semana:
-Pescado:200g
-Arroz:100g
-Azúcar:50g
-Huevos:2 unidades


1 vez en semana
-Aceite:1/2l
-Café:50g
-Carbón:3kg
-Jabón:400g
-Queso: 100g
-Bacalao:100g
-Leche condensada:1 bote
-Fiambres: 100g
-Conservas de pescado o carne:100g
-Conserva de verduras:200g

Lógicamente, con el paso de la guerra, los alimentos empezaron a escasear con urgencia. Así, el racionamiento en 1938 consistió en pequeas cantidades de lentejas, arroz y aceite. Se arbitraron diversos cvréditos por parte del godeto con organizaciones sindicales y la ayuda de entidades bnéficas, lograron otros canales de aprovisionamiento.


Por otro lado, el control de los precios y la represión del fraude se convirtió en uno de los problemas para la República más importantes. Sin embargo, el almacenamiento y aprovisionamiento de víveres con fines especulativos y el consiguiente fraude desembocaron en un abusivo mercado negro, donde los precios de artículos adquirían cifras desorbitadas.


Por lo que respecta al fraue, los que más se aprovecharon fueron los comerciantes: guardaban alimentos sin vender hasta que escaseaban para luego venderlos a preciosde infarto, o algunas tiendas tenían otros métodos para enriquecerse, como obligar a sus compradores llevarse otros productos, además del que necesitaban o iban buscando. 
Mientras más empeoraban los abastecimientos, más crecía el fraude. 


Las autoridades intentaban controlar la situación, fijando unos precios oficiales que regularan el mercado, alfgo difícil de cumplimentar, pues no era los reales que se pagaban en el mercado realmente. 


Observamos que desde septiembre de 1937 a marzo de 1938, los precios subieron. Vemos que fue un año de mal abastecimiento. Los casos de falsficación de documentos, especialmente recetas médicas dadas para adquirir ciertos alimentos, como leche o azúcar, para embarazadas ancianos, niños y enfermos, multiplicándose a partir de esta fecha.


Con la necesidad salió la picaresca: la gente se hacía pasar por enfermos, inventaban familias que no existían u saban el nombre de aquellas que entre otras razones, bien habían muerto, o habían sido evacuados.


Llegó a ser tan importante el racionamiento y abastecimiento de alimentos, que los madrileños no se preocupaban tanto por ver el diario para conocer el transcurso de la guerrra como para saber dónde se repartía comida. Llegó a tal la desesperación por el hambre que muchos desearon la entrada pronta de Franco para acabar con la situación.


En este sentido, Franco tenía la guerra ganada, pues tenía tomadas todas las zonas agrícolas, mientras que en la zona republicana quedó la parte industrial. Por loq ue la zona franquista no tuvo carencias de alimentos y los precios se mantuvieron. 


Anuncios como estos eran normales en la prensa:
- "Hoy habrá carne en abundancia" publicado el 17 de septiembre de 1936


A principios del 39, el racionamiento llegó a rozar la tragedia. Los madrileiños recibían una dieta diaria de unas 800 calorías. Los nios se criaban con una alimentación insuficiente y los enfermos no tenían suficientes medicinas.