domingo, 26 de diciembre de 2010

CUARTEL DE LA MONTAÑA Vs 1

En Madrid, la lucha contra los sublevados fue realmente titánica. El proletariado madrileño, menos entrenado que el catalán, se encontró con muchísimas más dificultades para hacer frente a los enemigos de la República.

Los señoritos falangistas, emboscados en grandes edificios, y como en Barcelona, en las iglesias y conventos, formaban contingentes que rivaliaban en número con el pueblo de armar.

Sólo el arrojo, la valentía de los obreros madrileños y de los amigos de la República, pudieron superar la deficiencia de medios que tenían. Los partidos de iquierdas, los socialistas y organiaciones obreras inactivas en España hacían  lo posible por conseguir las ansiadas armas, pero no llegaban. Y estalló la sublevación. Y principió por el Cuartel de la Montaña, desde donde se tiroteaba a los trabajadores que vigilaban, observaban los movimientos de los que dentro preparaban la sublevación.

Otros cuarteles en las afueras de Madrid, están también sublevados y ya se combate allí. La actitud vacilante del gobierno, que no sabe qué actitud tomar, la dimisión del mismo y constitución de otro, que dura escasas horas, hace que el esfuerzo por acabar con la sublevación recaiga en el pueblo, sin más apoyo que el de los Guardias de Asalto, que si dirección de mandos, se unen a la causa popular.

El mando de los sublevados recayó en el general Fanjul. Y éste, con docenas de jefes, centenares de oficiales, varios regimientos e infinidad de paisanos, de "señoritos falangistas", se encontraban en el interior del Cuartel. Más de 3500 personas se encontraban concentradas dentro.

El pueblo sin armas, se lanzó al ataque, con algunos fusiles y escopetas; con bombas fabricadas precipitadamente con botes de hojalata; con escopetas de caza y con arma requisadas a algunos agentes días anteriores.

Desde el Cuartel, los ataques se repelen bien, la fortaleza está bien organizada. Los miles de ciudadanos que se conglomeraban a su alrededor, lo bloquearon al completo y comenzaron los disparos. Llegan para ayudarles un grupo de Guardias de Asalto, en ayuda del pueblo.

Cuando cae un civil o un guardia, salen 5 hombres dispuestos a empuñar sus armas. Una traición más, comentan los rebeldes. Izan la bandera blanca, y cuando los trabajadores, confiados, se acercan al cuartel, comienzan a abatirlos a tiros.

Al tomar el cuartel, entraron en avalancha, pisando a los compañeros que han caído en el primer empuje. Y allí se acorrala a los rebeldes, que atontados, entregan sus armas. Son hechos prisioneros muchos jefes y generales, entre ellos, Fanjul.

Elo no acabo con la lucha. Siguieron resistiendo algunos focos rebeldes, pero armado ya el pueblo con los usministros del Cuartel de la Montaña

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