sábado, 30 de octubre de 2010

ESTRAPERLO

Hace cola en el super, la saliva se acumula y vuelve el recuerdo del sabor del chocolate de algarroba. En el momento de tikar los alimentos, al mismo tiemo que se escucha una suave canción que registra mi mente y lo asocia al mismo producto. 

No puedo evitar, al entregar a la cajera una cartilla de plástico para rellenar los distintos cupones y conseguir una artén, recordar las antiguas cartillas de racionamiento, un impreso dolorosamente familiar para muchas generaciones e consumidores. 

El azúcar, el aceite, el bacalaoel tocino y los garbanzos se exponían en los colmados como piezas de museo. El racionamiento era la acción del gobierno destinada a controlar la distribución de mercancías, asignando a cada español determinada cantidad de los artículos que más escaseaban, en este caso una ración. Este control no impidió la aparición de un mercado negro: el estraperlo. 

El 22 de marzo de 1952, 13º aniversario de la Victoria, el Consejo de Ministros anunciaba que, a partir del 1 de abril , se suprimía el racionamiento el pan. La fecha marca el final de la posguerra y el abandono de ua política autárquica que dará paso a una tímida apertura al exterior. 
"Todas las personas, incluidas en el régimen de racionamiento podrán adquirir libremete y sin necesidad de recorte  e cupón, la cantidad de pan que desee. El gobierno, da muestra así una vez más,  de la clara orientación de su política  hacia la normalidad de los mercados y confirma la base real del optimismo de la economía española". 
El racionamiento de combustible y materias primas siguió unos años más.


La cartilla era en realidad un talonario  formado por varios cupones, en el que se hacía constar la cantidad y el tipo de producto que se adquiría. Las había de primera, segunda y tercera categoría, en función del nivel social, el estado de salud y el trabajo del cabeza de familia. Los alimentos se podían adquirir en un determinado periodo de tiempo, en establecimientos, siempre sujetos al control de la administración pública. Los funcionarios de las mismas se denominaban "los de abastos".

Cuando los de abastos llegaban a las aldeas, los campesinos escondían los sacos de legumres en lso tejados, conducían a los cerdos al monte, y no hay quien construyó una doble pared en casa para ocultar sacos de trigo y harina.



Algunos presos cuentan que en estas épocas de hambre, sus familias  les enviaban comida, y recibían piedras, pues la guardia hacía que no tuvieran nada. Y si les daban grasa, como no estaban acostumbraos, 2se iban al otro barrio".

Mucha hambre huo en Tarifa, y alguns cuentan que algunos se tiraban a un foso para recoger las patatas podridas que tiraban los soldados que no querían.
El Racionamiento no sirvió para nada. La gente con dinero seguía comiendo bien. En Tarifa era usual el estraperlo, aunque poco reconocido. Salieron muchas tarrinas de manteca, café y azúcar, obteniendo de Gibraltar la penicilina.


Te agujereaban con un punzón la tarjeta cada vez que se compraba pan con serrín. Irónicamente era el pan integral de hoy, casi un producto de lujo. Si conocías a un panadero, le llevabas la libreta. Pasaba de nuevo el punzón y podías conseguir otra barra. 
A la muy perseguida falsificación de cartillas, pronto se sumó la venta de tarjetas de fumadores, entregadas a los mayores de 18 años. Los economatos de miniaterios y grandes empresas recibían más suministros que comercializaan. Allí tenías la posibilidad de comprar carne. Algún conocido podía proporcionarte la tarjeta y comprarla sin esperar colas.


Matutera o estraperlista viene a significar lo mismo: persona que introduce géneros en una población eludiendo impuestos. Da igual hombre o mujer, pero en esta zona del campo de Gibraltar, y ya en los años 40-50, donde este oficio se extinguía, la mujer dedicada a esto se conocía como "matutera"; lo de estraperlista se dedicaba al género masculino que hacía la misma función.

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