sábado, 30 de octubre de 2010

CONTRABANDO ONUBENSE

El mundo del contrabando y la vida del contrabandista se desarrollaba en el seno de una sociedad dividida por las secuelas de la guerra civil  y acuciada por la mordiente necesidad de la postguerra. Era un submundi integrado en el conjunto de las acrividades económicas en un sentido más amplio, con sus códigos, circuitos, reglas, cuyo centro de atraccxión principal estaba constituido por los sustanciosos y rápidos beneficios que reportaba a veces el tráfico ilegal de mercancías en uno y otro sentido de la Frontera. 

Y al pasar la guerra, fue cuando más hambre hubo y más necesidad, pues la mitad no tenían donde acostarse. Debido a la enorme miseria que se vivió en los años 40 y 50, por la escasez de productos de primera necesidad, el contrabando coenzó a proliferar con más fuerza que nunca en la frontera de la Sierra de Huelva con el Bajo Alentejo Portugués. Los pueblos fronterizos de Aroche, Encinasola, y Rosal de la Frontera, de Huelva, fueron los que más contrabanderaron. De la parte portuguesa citamos a Barrancos, Vila Verde de Ficahlo, Santo Alexio de Restauraçao.

El contrabandista era un personaje de clase baja, con trabajo temporal y cargas familiares, que hacía un pequeño negocio transportando mercancías que compraba en Portugal, generalmente tras haber perdido un préstamo. En algunos casos trabajaba a porte para una persona que invertía en la expedición, y pagaba un salario al "mochilero", para luego comercializar los productos. Era necesaria mucha valentía para hacer frente alos peligros de las noches, los lobos, la guardia y los ríos crecidos. 

La mujer del contrabandista llevó la peor parte del drama, que suponía que si apresaban a su marido perderían los pocos ingresos que entraban en casa, por no hablar de la multa. Esto lanzó a muchas de ellas a la frontera para exponerse a los peligros de la noche. 

En los primeros años, los productos que se intercambianan eran de primera necesidad, sobre todo alimentos. La harina era uno de ellos, que les servía para hacer pan y alimentar a toda la familia. En algunos casos, los contrabandistas portugueses mezclaban la harina con ceniza para que pesase más, dejándola inservible. De esto, sólo se daba cuenta una vez metido el pan en el horno, con lo que se puede comprobar que hubo gente que se benefició de la calamidades de otros.
El azúcar es otro producto que traían lso contrabandistas onubenses. Decir que hubo contrabandistas portugueses que traían de España chacinas y derivados del cerdo de la Sierra onubense.

Tras finalizar la guerra, el café portugués fue lo más demandado, adquiriéndose el kilo de café a 75 pesetas.

Los carabineros eran las fuerzas españolas de vigilancia del control de la frontera, y la Guardia Civil establecía controles de vigilancia conjunta , encargados además de vigilar las inmediaciones de los pueblos  y hacer registros de casas y vehículos. Por el lado portugués, las Guardiñas también vigilaban las fronteras, y si detenían a algún contrabandista, lo deportaban a los españoles. El arresto consistía en que los guardias se quedaban con el motín, y el arrestado era juzgado. Se le obligaba a pagar la multa, se subastaban sus bienes y era encarcelado.
En ocasiones, algunos guardias consentian ciertos sobornos para dejar a los mochileros cruzar la frontera. Hubo miembros de vigilancia que abusaron sexualmente de los mochileros para dejarles pasar sin detenerles.

Por otro lado, las torturas a los detenidos era algo habitual. Se dicen que los contrabandistas temían las palizas continuas que daban ls guardias al detenerles.
 Una vez detenidos, eran llevados a ser procesados y encarcelados en Huelva, donde la Hacienda Pública le acusaba de un delito comercial. Si se descubrían con dinero, se les acusaba de tráfico de divisas. 

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